viernes, 16 de enero de 2015

OCHENTA Y TRES DÍAS Y NADA...



Coatepec, Ver. // Viernes 16 de Enero de 2015 // .- Fue la mañana del domingo 26 de Octubre de 2014 cuando salió de su humilde vivienda ubicada en el centro de Coatepec. Apenas alguno de sus familiares lo vio salir, erguido como siempre a pesar de sus 70 años de edad, pero con paso firme y amable. Él por su parte, independiente como siempre lo fue, no reportaba sus constantes caminatas o jornadas. Por ello es que ese día, nadie notó que jamás volvió a su cuarto durante la tarde o noche, sino hasta la mañana del lunes 27 cuando llegaron a preguntar por él, y al ver que ya eran poco más de las 9 de la mañana, decidieron tocar a su puerta.

Todavía, al ingresar lentamente, sus familiares atisbaron que su cama se encontraba perfectamente tendida y sus cosas ordenadas, por lo que presumieron que se había levantado muy de mañana para atender quizá alguna situación personal.

Aún pasaron algunas horas hasta que notaron ya con preocupación que no. Tomas David Matus Galván, definitivamente no había llegado desde el día anterior.

A partir de ese día, primero fue la familia quien salió en su búsqueda. Vecinos, amigos, conocidos, familiares, uno a uno fue descartando haberlo visto. Ya por la tarde, con toda la preocupación del caso, la familia dio parte a la policía. 

A partir de ahí, grupos de policías municipales, de policías ministeriales, de la agencia veracruzana de investigación, de voluntarios, de amigos, de curiosos, aún de perros adiestrados para la localización de personas, todos con un sólo objetivo, seguir las huellas del muy estimado septuagenario, amigo de todos, enemigo de nadie y conocido de otros más.

Han pasado desde entonces 83 días sin que nada se sepa.

Ochenta y tres días de angustia, de tristeza, de duda, de investigaciones, de preguntas.

Pero al final, nada.

La vieja e histórica máquina de escribir portátil en la que Tomás David Matus Galván escribió por años su artículo semanal "Cafetópolis", aún sigue en silencio, ansiosa por volver a sentir sobre sí la suave pero firme presión de los rudos pero al mismo tiempo ágiles dedos de "Matus".

Y sin embargo la crudeza de la realidad despierta a los amigos, a los familiares, a los lectores de "Cafetópolis": "Matus" no ha vuelto. "Matus" no aparece. Ni siquiera han aparecido rastros menores. Un girón de ropa, un zapato, su emblemática gorra, un cinturón, un botón. Nada. Nada.

Y sin embargo la esperanza no ha muerto. La familia espera que no a muchos días, de pronto "Matus" aparezca en la puerta con aquella sonrisa amable, sincera, un tanto penosa, con su caminar cadencioso, firme. 

La esperanza no ha muerto...