martes, 9 de agosto de 2016
PARA MI....UN BUEN TIPO...
Juan Osorio Flores
El viernes de la semana pasada (5 / 8 / '16) alrededor de las 2 de la tarde, comenzando la lluvia en Coatepec, me dirigía caminando a paso un tanto aprisa por la calle Jiménez del Campillo; al cruzar la calle de Cuauhtémoc, a la puerta de la majestuosa Casa de la Cultura, estaba de pie, solo, sencillo, pasando desapercibido por el grueso, terminando un cigarrillo, con zapatos cafés de charol impecables y un coordinado de pantalón gris oscuro y saco azul marino, Rodolfo Mendoza Rosendo, director general del Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC), hombre muy letrado y de los pocos (creo yo) que sí reúnen un perfil adecuado para el cargo, en tratándose de los integrantes del gabinete ampliado del Gobierno del Estado de Veracruz.
Lo saludé con afecto, con cierto desgarbo de mi parte, por tener una amistad con él de hace algunos años, tuteándolo y lanzándonos uno y otro bromas.
Mi encuentro con Rodolfo no tardó más allá de 4 minutos, pues le indiqué que me dirigía a realizar una entrevista, y él a su vez me explicó que sostendría una reunión ahí en la Casa de Cultura de Coatepec.
Cuando nos despedimos, y mientras llegaba a mi destino me pregunté ¿Rodolfo tiene defectos?. Un montón. ¿Debilidades?, ¿quién no tiene alguna?. ¿Eficiente para el cargo que ostenta?. Pues yo opino que sí, aunque respeto a quien no esté de acuerdo conmigo.
Hasta aquí y antes de continuar escribiendo me auto-pregunto ¿Cuánto me pagó Rodolfo por otorgarle mi -muy relativo- aval a su trabajo y desempeño?. (porque ahora hay un grupo de personas que tienen la firme doctrina virtual de que si hablas bien de alguien, tiene que ser a fuerza porque te pagaron para ello. Así de corta es su inteligencia), y pues con gusto me contesto, aunque aclaro que quien se quiera enterar del chisme, la historia es amplia.
Conocí a Rodolfo Mendoza en el año 2003 cuando siendo él empleado administrativo del COBAEV, participó en la lucha por el reconocimiento de un nuevo sindicato al interior. Esa lucha lo dejó sin trabajo varios meses, debido a que el COBAEV los despidió en aquellos años de manera injustificada, a él y a un grupo de empleados que se organizaban en el nuevo sindicato.
Yo trabajaba en el periódico Crónica de Xalapa siendo director el siempre estimadísimo licenciado Jesús 'Chucho' Velázquez, en, quizá y sin ofender a nadie, la época más prolífica de ese periódico, que en esos años contaba su oficina en la calle de Zamora 36, casi esquina Mata.
Rodolfo Mendoza tuvo el contacto con "Chucho" Velázquez a través de otro grande de la edición periodística de aquellos años: José Antonio Rodríguez Villalbazo, quien lo presentó, mientras que el resto lo hizo Rodolfo.
Rápido, el nuevo editor en jefe Rodolfo Mendoza dejó ver su manejo de las letras, su excelente ortografía, su sintaxis, pero además, inauguró en la sección cultural un comentario sobre libros.
Rodolfo leía más que beber agua. Siempre estaba leyendo. La librera Gandhi que se encontraba en Úrsulo Galván, así como las librerías de la calle Xalapeños Ilustres esquina Mata, eran como la sala de su casa.
Efectivamente, un día comentó a algunos compañeros de Crónica de Xalapa que sostendría una reunión "de amigos" en la casa de "Sergio"; como siempre he sido lento, le pregunté entre el sonido del tecleo de 5 computadoras en donde se redactaba Crónica de Xalapa: ¿"Quién es Sergio?" y Rodolfo, sin retirar su vista de su monitor, con tranquilidad me dijo: "Sergio Pitol".
La verdad de pronto me detuve. Me costó trabajo pensar que nuestro editor de verdad entrara y saliera de la casa del laureado escritor como pedro por su casa...pero sí. Incluso, al paso del tiempo le pedí dos veces que "Sergio" me autografiara libros, y lo hizo. De hecho conservo los volúmenes dedicados y autografiados por "Sergio".
Remontarme a aquellos días es refrescante.
Fue poco más de un año de vernos todos los días de domingo a jueves de las 3 hasta las 7 de la noche. Bromas, regaños, broncas, reclamos, risas, comidas, festejos. Nos conocimos. Nos tratamos. Tendimos alguna de las múltiples formas de la amistad.
Luego COBAEV reconoció por fin al nuevo sindicato y arregló con los adheridos condiciones que permitieran su retorno al trabajo original. Pocas veces nos llegamos a ver, pero siempre en excelentes términos.
Los años pasaron hasta que un buen día leí en las noticias que Rodolfo sería el director de las ferias del Libro. A la semana leí que ya no. Que mejor sería designado director del IVEC. Desde entonces recuperé el acercamiento, poco, pero relativamente más trascendente. Ahora él es un funcionario público y yo sigo siendo un periodista. Pero las veces que he hablado con él, sigue siendo el mismo con el que debatíamos tal o cual loquera en aquellas viejas sillas de Crónica de Xalapa.
Toda la vida leyendo libros. Toda la vida hablando de libros. Toda la vida con aquella forma medio soberbia de dejarme ver que a mi me falta leer muchos libros para medio hablar su idioma.
A mi Rodolfo me parece un buen tipo. Quizá ahora me parece un buen funcionario. Un tío que tiene conocimiento del terreno que pisa. Lo siento capaz y preparado para su tema.
Me cae bien porque no es el payaso funcionario que llega con chofer, guarura y secretaria. Rodolfo siempre anda solo. A veces alguien le maneja, pero casi siempre él solito llega a sus compromisos. Jamás llega desplantando o llamando la atención. Incluso, cuando de ir al baño se trata, jamás hace uso de los sanitarios "especiales" de los funcionarios en los edificios de dependencias, sino que busca "los del pueblo".
Como periodista, podría reclamarle algo a Rodolfo?. Uhh. Sí. Como podría hacerlo a medio mundo que se dice funcionario público. Pero de que reconozco que muchas cosas las ha hecho bien, eso que ni qué.
Y pues no. Lamentablemente no le cobré nada a este mugroso por escribir lo que estoy escribiendo. ¡Pero bueno¡, me hizo recordar días muy agradables para mi...días en que conocí a gente muy valiosa y capaz...días en que compartí con Rodolfo el taller de reparaciones del mundo...